Wilfing: el arte de navegar sin rumbo

El pasado 26 de junio la revista PC Magazine, publicó un artículo sobre »wilfing» que comienza diciendo: »Aunque usted no esté familiarizado con la palabra ‘wilfing’, si trabaja en una oficina o tan solo utiliza internet, usted es probablemente un ‘Wilfer’ ».

La palabra ‘wilfing» es un neologismo que viene de la pregunta »¿Qué era lo que estaba buscando?» (What Was I Looking For?).

Según una encuesta realizada por Salary.com, seis de cada diez empleados en Estados Unidos reconoció que pierde el tiempo en el trabajo dando vueltas sin rumbo por internet. El estudio estimó que en una jornada de 8,5 horas, el tiempo perdido es de 1,7 horas. La mayoría de los empleados pierden el tiempo por aburrimiento (18%), trabajar demasiadas horas (13,9%), falta de retos en el trabajo (11%) y sólo un 11,8% admitió que lo hacía porque recibía un salario bajo.

Estas cifras son un dolor de cabeza para las empresas y un llamado de atención para las que muestran un alto índice de wilfing, ya que revelan una mala organización del trabajo, poca motivación, o falta de claridad en los objetivos. Pero aunque haya aumentado el wilfing entre los trabajadores no se debe concluir que la productividad del trabajo haya decaído, sino que es una conducta derivada de una nueva época.

Un estudio realizado en España por Manual Castells, basado en 15.390 entrevistas presenciales y 40.400 por internet, concluyó que internet es »el elemento clave para la autonomía personal, política, económica y profesional». Castells opina que »cuánto más autónoma es una persona más utiliza internet, y a su vez, este uso refuerza su autonomía».

Y tú… ¿eres un ‘wilfer’?.

Vía: Revista Tecno – Agosto 2007 (suplemento del Diario El País)

3 comentarios en «Wilfing: el arte de navegar sin rumbo»

  1. Vos sos un tipo afortunado entonces. La mayoría de los usuarios que a veces desgraciadamente tengo que «vigilar», en su mayoría no usan otra cosa que Internet Explorer 6 o Outlook Express porque si no están perdidos y se quejan de que nada les anda, no usan gmail sino hotmail o yahoo en el mejor de los casos, y MSN Messenger, of course.

    Muchos tienen el descaro de andar con el Ares porque total a nadie le importa nada, y uno, a menos que realmente surja un problema grave, se calla para no ganarse más enemigos.

    Me acuerdo una vez como vi a uno instalarse el Kazaa, y hasta tenía la copia del email donde un amigo le decía cómo instalarlo a pedido de él mismo, y luego cuando se lo «encontré» en la pc, estando enfrente de él, el flaco puso la mejor cara de boludo que tenía y me preguntó «qué era eso», y me dijo que el no lo había puesto, muy serio y mirándome a los ojos. Por eso y por veinte cosas más no les creo ni aunque me lo juren por su vieja.

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  2. Tal cual.

    Yo miro un par por el VNC a diario y siempre tienen abierto Firefox, 2 o 3 ventanas (no pestañas, ventanas!), en una gmail para chat, en otra mobbo o uno de esos para el MSN y en otra algún foro o alguna página que nada que ver con el trabajo. El Windows media player y una planilla de Excel para aparentar y meta chat y 2×3 a bajarse cosas raras. Cuando quieres acordar, al lado del relojito hay 17 iconos de todos colores.

    :-)

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  3. Mirá, te lo digo mientras trato de limpiar el azucar impalpable que se me cayó en el teclado por mojar un cañoncito de dulce de leche en en el café con leche: El problema principal de la productividad reducidad es que hay un montón de gente que no necesita tener Internet para su trabajo, pero lo tiene igual, porque la sociedad y el mercado empuja a las empresas a eso. Ejemplo típico: En una empresa se necesita Internet para los emails y para que algún flaco entre a un sitio en particular. La solución óptima sería habilitar desde el firewall sólo el acceso al email y el acceso a ese sitio en particular desde la máquina específica de ese usuario, pero no, le ponemo’ interne’ a toda la oficina y vengan los incesables emails con videitos pr0n de 30MB, youtube, porongatube, y la mar en coche. Y así estamos. Me voy a mojar otro cañoncito, saludos.

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